La palabra mártir
viene del griego y significa “testigo”
y hace referencia a aquella persona que muere en defensa de alguna causa. El
mártir acepta consciente y deliberadamente toda clase de penalidades y
sufrimientos. Entrega su vida en favor de dicha causa y espera en un futuro una
recompensa de una vida mejor. Su estilo de vida se basa en la RENUNCIA.
Hoy día existen muchas personas que dentro de su relación de
pareja son auténticos mártires. Son personas que han renunciado a su propio yo,
a sus necesidades afectivas, a expresarse con valentía con tal de garantizarse la presencia afectiva de otro.
Los mártires religiosos curiosamente vivían esta condición
de privación con alegría, pero en pareja solemos encontrarnos gentes
atemorizadas, sacrificadas, verdaderos renunciantes sin ningún tipo de alegría
en sus vidas, pero eso sí, con pareja. ¿Qué sería de mi si estuviera solo/a?
¿Cuáles son las
señales de alarma que nos indican que eres un/una mártir de amor?
-Sueles
andar de puntillas alrededor de tu pareja para no disgustarle.
-Te parece que tu compañero no
siempre te trata con respeto e incluso te trata peor que tú a él.
-Te
atemoriza decir algo que pueda contrariarle.
-En el trabajo o con amistades te
sientes más segura de ti misma que cuando estas con tu compañero.
-Sueles
multiplicar tus atenciones hacia ella con tal de ganártela.
-Sientes miedo de que te abandone
y por ello, haces cualquier cosa con tal de garantizar su presencia física en
tu vida.
-Escondes tus verdaderos
sentimientos, necesidades y deseos porque eso podría irritarle: Sacrificas tus
deseos y necesidades con tal de complacer a tu pareja
-Sueles enfadarte contigo
mismo/a por ser tan débil con tu pareja y sigues tolerando que te traten con menos afecto del que tú te
mereces.
-Sueles quejarte a otros
conocidos, familiares... de cómo es tu pareja y de lo mal que te trata, pero son raras las ocasiones en que te
enfrentas y le dices a la cara lo mismo que dices por detrás.
-Sufres de “variaciones de
humor”, auténticos altibajos emocionales y tu pareja te tacha de “insufrible”, “loca” y “no hay quien te
aguante”.
Todas estas señales se pueden resumir en una: No defiendes
tu dignidad como persona frente a tu pareja. Vives instalada en el miedo y tu pareja se convierte en tu carcelero. Día
tras día vives en una prisión afectiva y
todo ello repercute en tus ganas de vivir, te deprimes, te sientes menos seguro
de ti mismo y por ende, menos atractivo.
Ciertamente la resignación
es un camino quizás interesante en el mundo espiritual pero no en la pareja. Hay personas que no son felices si no están
sufriendo. Se mueven por el mundo según el principio del placer-dolor. Es
decir, no son lo suficientemente felices cuando todo les va bien, sino que
necesitan sentirse estimuladas a través del conflicto, la guerra y la lucha,
como aquel chico que necesita hacer puenting para sentirse vivo.
Inconscientemente uno provoca discusiones, peleas, enfados…y así todo continua, juntos, pero separados afectivamente.
¿Sabes cuál es tu
principal obstáculo?
Estás demasiado
acostumbrado a sufrir. ¿Sabes lo que te caracteriza? Que no eres libre y
por eso cada día te encierras un poco más en la prisión en que te encuentras.
Cualquier candidato por muy negativo que sea para tu vida, es aceptable.
Cualquier candidato mediocre es válido. Estás acostumbrada a navegar por un mar
embravecido y a expresar tu furia por tu mala suerte a través de la queja
continua. Eres especialista en no hacer nada para salir de tu situación salvo
quejarte y mirar hacia otro lado. La
queja y la crítica son tus mejores aliadas. Esto lo haces fantásticamente
bien.
¿Qué se puede hacer
entonces?
Si sientes que te estás degradando como persona con tal de
estar en pareja, es muy importante que solicites ayuda profesional. En
cualquier caso es muy importante que:
-No permitas que nadie te trate con menos cariño y respeto
del que tú te mereces.
-Aprende a afirmarte, a plantar tu yo, empezando por
cuestiones menores: Es bueno que expreses tu furia y hacerle ver que estás molesta/o por esa
situación concreta.
-Nunca trates de evitar conflictos, debes aprender a
penetrar en el fragor de la batalla y aprender a convivir con ellos y gestionarlos.
-No eres el felpudo de nadie, pero te conviene analizarte y
ver con objetividad cuanto hay en tu actitud que incita al otro a tratarte con
esa falta de respeto.
-Defiende tu dignidad como persona: para ello has de tomar
conciencia de tu propio valor como persona. Debes “apoderarte de ti misma”
tratándote con cariño y satisfaciendo tus propias necesidades y deseos.
-Deja de hacerte la dolida cuando en realidad estás furiosa:
Deja de hablarle con voz de niña lastimera y no como una mujer. Poner voz
infantil es un recurso que utilizan muchas mujeres cuando prevén un conflicto,
temen decir lo que piensa y sobre todo temen la reacción del hombre.
-Deja de premiar a tu
pareja por maltratarte. Esto sueles hacerlo muy bien. A pesar de su mal
comportamiento hacia ti, eres tu quien te acercas a ella, movido por el deseo
de enmendar las cosas y restablecer la buena armonía. ¿Sabes con que sueles premiar a tu pareja cuando te maltrata? Adivínalo.!!!!..Con más Amorr!!!: le preparas su comida
especial, le das cariño, abrazas y besas, le hablas con voz infantil, le haces
el amor y le complaces en lo que desea. Pero la mejor forma es ¡cuando le pides perdón por haberlo
disgustado! Esto es fantástico. El mensaje de fondo es: “Te amo a pesar de todo. Puedes tratarme
como te dé la gana que yo siempre estaré ahí para ti, pero por favor, no me
dejes.”
No es fácil romper con todos estos hábitos. Para lograrlo es
muy importante un propósito claro por tu parte. Estar decidido a dejar de
seguir el sendero del mártir en la pareja y caminar con orgullo de ti mismo
frente a los demás. Todo ello requiere de un trabajo profundo y personalizado
pero una vez logrado la sensación de sentirte fuerte, con poder personal y
seguridad interior no tiene precio.
Javier Vergara
Psicólogo