domingo, 13 de enero de 2013

EL REVESTIMIENTO Y LO NUCLEAR EN LA PAREJA



 

La comunicación abierta y franca es un ingrediente fundamental para el triunfo de una relación. Esto se sabe y ha sido dicho hasta la saciedad, pero lamentablemente no se lleva a cabo. Muchos fracasos en relaciones de pareja se deben a que este punto no se da.
Por desgracia, a menudo e inconscientemente, nos relacionamos con los demás, desde nuestra herida, limitaciones y rasgos de personalidad más superficiales.
Cuando te relacionas con otra persona a través de aspectos de ti menos evolucionados, corres el riesgo de prolongar dichos patrones superficiales y lo que al principio es bonito e ilusionante acaba por sentirse como deficiente e insatisfactorio.
Una cosa es el revestimiento de cada uno y otra muy diferente lo nuclear, lo profundo de cada persona. A veces nos quedamos en lo superficial y no vamos a lo profundo que es lo que verdaderamente importa.

Podemos imaginar una fruta, una naranja. Puedes observarla, mirarla, tocarla, sentir su piel suave, percibir su olor, su color suave, pero tú sabes que la naranja no es eso, eso es el revestimiento, eso es la piel, lo mejor está dentro.
Si no llegas al punto de saber y disfrutar de lo que hay dentro, no te comerás esa fruta, sino que te cansarás y la tirarás o dejaras a un lado. Eso superficial que la reviste, no es la naranja, pero si pensamos que si, como la piel es amarga, y pensamos que el revestimiento es la naranja, lo tiramos todo.
Pero realmente lo que es sabroso y nutritivo está dentro,  en el fruto. El revestimiento es lo secundario, lo circunstancial, lo colateral.

No podemos darle un valor absoluto a lo que es secundario porque eso significa que hacemos de lo secundario un absoluto.
Si hay por tanto una forma inteligente de enamorarse, de amar, de conducirse en una relación.
Es cierto que ese enamoramiento, tiene algo de irracional y que cuando te fundes en esa sensación, si se acaba, puede destruirte al menos un tiempo.
Pero una cosa es el Amor (lo profundo y nuclear) y otra muy distinta el enamoramiento, el encoñamiento, otra el aburrimiento, otra la soledad, otra el vacío. Cada una de ellas, te pueden llevar a estar con alguien.
Pero no es fácil buscar el fruto en el otro, porque solemos relacionarnos muy poco con nuestra parte más profunda. A nuestro ego (revestimiento) no le gusta el revestimiento (ego) de los demás. Se irrita y molesta. El ego (revestimiento) tiene una naturaleza muy peculiar y es que suele estar ciego de sí mismo. Realmente ni ve, ni quiere ver su orgullo y soberbia por eso ataca directamente al otro.

Cuando nos relacionamos desde el ego en una relación, es fácil entrar en lo que se llama “lucha de egos”. Ambos se atacan en una escalada que puede acabar en conflictos interminables o fin de una relación.
Ese mismo ego, es muy susceptible a cualquier crítica ajena. No tolera ningún tipo de feedback y cuando lo admite, lo hace superficialmente. Es muy intolerante, susceptible y dado a las malas formas.

Todos tenemos ego (revestimiento), todos, unos más y otros menos. Ninguno se escapa, a no ser que seas un Buda (iluminado). Iluminado en la tradición oriental significa una persona que ha alcanzado la plenitud y que carece de ego.
Al igual que una tierra sedienta de lluvia, algunas personas viven en una sequía de Amor, que les lleva a relacionarse desde la exigencia de agua permanente. Unos exigen, algunos evitan y otros exigen y evitan. Todos pasamos por momentos así.
La forma más inteligente de amar, es ir tomando conciencia de nuestra parte más vieja a la hora de relacionarnos. Mirar al "viejo yo" a la cara, observar como el ego, dirige tu vida y empezar a modificar lo que no conduce a nada.
Y comenzar a pasar del revestimiento al fruto, a lo nuclear y profundo, justamente porque da más alegría y es más sanador.
Este que os habla tiene también ego (mi ego protesta por reconocerlo públicamente y ponerlo en evidencia) y se hace por tanto, necesario, un compromiso real y verdadero de cada uno para relacionarnos con nosotros mismos y los demás, desde nuestra parte más sana, así como dejar atrás viejas estructuras que solo sirven para perpetuar lo que no funciona.
Por cierto, al ego, no le gusta este artículo, se siente amenazado y puesto en entredicho. Si tienes un gran ego, probablemente lo ignores, dejes a un lado y menosprecies.
Esto siempre será una buena señal.

Como dice John Powell, “la felicidad es una conquista interior”


Javier Vergara
Psicólogo