¿Dónde te encuentras amor mío? ¿Te estoy esperando? ¿Por qué
tardas tanto en llegar a mi vida? Juntos seriamos muy felices. Tengo tanto amor
para dar… ¿Por qué otros son tan felices y aún sigo aquí sola?
Probablemente todas estas expresiones te suenen familiar,
quizás es algo que anhelas y quizás tú mismo te lo preguntas una y otra vez.
Es el deseo profundo
y humano de sentirse completado por otro, de sentirse realizado en un proyecto
de vida conjunto. En nuestra esencia somos mamíferos y necesitamos del
contacto sanador del otro. Entonces, ¿Por
qué sigo tan sola?
Ser una persona
“necesitada” desde un punto de vista ansioso, es una forma magnifica de
atraerse una relación que no funciona. Si esperas que esa otra persona te
salve la vida, te la arregle o sea tu media naranja, te preparas para el
fracaso.
¿Sabías que si tienes una relación con una persona que no se
ama a sí misma, es imposible que la complazcas? Jamás vas a ser lo suficiente,
para una persona insegura, frustrada o celosa.
La pregunta clave es: ¿Por qué sigo atrayendo a mi vida,
relaciones de pareja con la que acabo terminando mal? ¿Por qué cuando se me
acercan personas que merecen la pena, “me aburren” y acabo apartándolas de mi
vida? ¿Por qué continuamente se me acercan personas con dificultades,
inestables y son ellas las que me atraen?
¿Por qué el drama es el plato favorito del que me alimento día tras día?
¿Por qué una y otra vez, sigo alimentándome
del drama?
Con mucha frecuencia nos desvivimos por ser una buena pareja
de una persona que no sabe aceptar nuestro amor.
Has de saber que nuestra mente es metafóricamente hablando
como un programa informático.
Imaginemos una banda
de mafiosos que secuestran a niño de 2 meses, lo meten en un zulo y durante
años programan su mente para matar. Cuando tiene 20 años lo sueltan a la calle
y éste automáticamente se pone a matar personas tal y como ha sido programado.
Podrás decir “Vaya que imaginación”. Pues siento decirte que esto, no está
lejos de la realidad ya que se hizo con “los
niños de la guerra”: niños secuestrados, programados y soltados en el
frente de batalla como perros dispuestos a matar.
Ahora imagina que a muchas personas, de pequeño nos han
secuestrado, metido en un zulo y nos han dicho:” No vales, no eres capaz, no
puedes hacerlo, confórmate, amar es sufrir, los hombres son un mal
necesario……de ninguna de las maneras, no puedo hacerlo…sin ti no soy nada, qué
sentido tiene mi vida sin ti…”.
Cuando has ido creciendo con esta programación, te vuelves
una persona desconfiada, insegura de tus posibilidades, incapaz de darle un
giro a tu vida real y claro Sufres un
PROCESO de DESVALORIZACION CONTINUA.
Algunas personas están tan hambrientas de amor que son
capaces de soportar una mala relación simplemente para estar con alguien, con
cualquiera.
Lo que atraemos a nuestra vida, el tipo de persona, siempre
refleja nuestra forma de ser o las creencias que tenemos respecto a nosotros
mismos y a las relaciones. Hay personas que llaman “amor” a una “adicción a una
relación abusiva”. Suelen estar
atrapadas en el viejo problema de creer que puedes cambiar al otro si lo amas
lo suficiente. Y lamentablemente eso jamás resulta.
Es muy importante si quieres sentirte libre de ese pasado,
de todas esas creencias heredadas, localizar
aquellos pensamientos inconscientes generadores de desequilibrio que
continuamente sabotean tu vida y tus relaciones y poder sanarlos de raíz.
Es necesario hacer un trabajo de limpieza y liberación emocional para ser
verdaderamente feliz en esta parcela de tu vida.
A la pregunta del título de este artículo: ¿Dónde estás amor
mío? Tendríamos que responder, que la verdadera fuente de amor está en lo más
profundo de ti. Todos necesitamos desarrollar tanto amor por nosotros mismos
que solo atraigamos a personas que nos acompañen para nuestro mayor bien.
Tenemos mucho trabajo que hacer para amarnos a nosotros mismos, fortalecer
nuestra autoestima y desarrollar una profunda sensación de valía personal.
En estos casos se hace preciso un trabajo de acompañamiento
con la persona de modo que pueda desplegar su verdadera personalidad, su
verdadera sensación de valía.
Apoyar, transferir esa sensación de valía de modo que la
persona se vuelve realmente capaz, con poder personal y haciendo nuevas
elecciones sanas y sabias en su vida.
JAVIER VERGARA
PSICOLOGO